EL PENSIL
Cármenes de ensueño,
surgieron en alboradas,
páramos de dichas,
envolvieron el entorno;
y, entre caricias
pensiles sobre nuestras camas,
la placidez se
extendía, en total abandono.
Tu cuerpo vibraba
resplandeciente entre sábanas,
mi corazón al tuyo,
cual respiros de toros
¡Bramaron gemidos de
pasión, sobre almohadas!
Un brillante sol,
adormecía en alborozo,
¡Hurtamos muchos
astros, antes de madrugadas!
Y en cuna, de tintes
alabrastrinos de gozo,
los cubrimos con
capullitos de rosas blancas.
Y cárabos...atraídos
por solio amatorio;
acudieron raudos a los
huertos de confianza,
picotazos de insidia,
fueron ¡Tan enconosos!
Que nos llenaron de
amargura y desesperanza.
Ay ¡Qué penita! Que
aquél amor, no fuera sólido
¡Ello fue un oasis en
desiertos de mis ansias!
Mas… ¡Cómo corrieron
mis caballos!... ¡Como locos!
¡Cómo soltaron sus
bridas en la cabalgata!
Ay ¡Cómo quedé prendada
de tus ojos moros!
Ay pero… ¡Cómo me olvidé,
ser toda una dama!
Beatriz Vicentelo 15.9.15
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