He hablado con innumerables piedras
Sentada en peñascales grises riscos
Me hablaron de sus horas largas, lentas
Ansiando vivir en el infinito
Me relataron secretos de luna,
Como fina dama algo impertinente
Que en sus fulgores de rayos, alumbra
Traición de matrimonios que se mienten.
Hablaron de variedad de indigentes
Que con aquellas tristezas que abruman
Las observan ansiosos y convierten
Su soledad en sueños de locura.
De aquellos arrebatos de las fieras
Que por innato instinto sienten furia
De sentimientos del hombre, cual hiena
Que convierte su placer en angustia.
De sobrevivientes aves que emigran
Por horizontes muy desconocidos
Y de árboles que en el campo raciman
Hasta el talado para un beneficio.
Y también me hablaron de tanta lágrima
Del niño que asustado en sus riberas
Se pierden entre sombras de la nada
Para sucumbir a balas de guerra
De la pasión que en extremos calienta
Cediendo lujurias a bestia humana
Y pernocta en negras noches sedientas
Sin importar la inocencia de damas.
Del fresco viento cuando se estremece
Al pasear…,¡Siente tanta amargura!
Al mirar como los hombres entre ellos
Con pretexto, sin motivo, torturan.
De la indignación de las blancas nubes
Al ver ambición de los convenidos
Manejando el mundo cual un peluche
Codiciando riqueza cual sencillo.
Yo nunca …,¡Vi llorar a una piedra!
Con ese sentimiento de impotencia
¡Con sabor amargo de boca seca!
Ante tanto oprobio y sucia miseria
Lloraban con tantas profusas lágrimas
¡Que ser humana!…,¡Me dio vergüenza!
Quisiera en torva historia que aún se
graba
¡Implorar que me cambien de apariencia!
M. Beatriz Vicentelo Cayo
Derechos Reservados
19 de oct. 2013
Editado
21 marzo 2015.
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